El nombre con el que se conoce a los fenicios, habitantes de una franja costera situada entre la costa sirio-palestina y los Montes del Líbano, es un vocablo de origen griego, Phoinix, cuyo significado es “rojo”, color que aludiría a la industria de la púrpura. Sin embargo, el nombre original de los fenicios es el de “cananeos”. La Biblia recoge la importancia de este pueblo que desde el III milenio A.C. se dedicaba a la navegación, la construcción y la artesanía.
El territorio de las ciudades fenicias se encontraba atenazado entre la montaña y el mar. Por ello, a partir del siglo X a.C., la ciudad de Tiro, inició una aventura marítima comercial hacia occidente fundando colonias como Kition en Chipre, Cartago en Túnez y Cádiz y otros establecimientos coloniales en la península Ibérica.
El principal legado de fenicios a la historia de occidente fue el alfabeto. También introducen el asno, la gallina, la metalurgia del hierro, el torno de alfarero, la producción industrial de salazones, el desarrollo del cultivo de la vid y el olivo, etc.